Al fondo el pueblo de Estepona, un bosquecillo de eucaliptos, casitas esparcidas por las colinas suaves y la autovía con su eterno goteo de automóviles. En el cielo, el acrobático vuelo de las golondrinas (Hirundo rustica).
Un espectáculo al que asisto cada mañana, después del desayuno. Revoletean una tras otra, se abalanzan sobre mi posición y giran bruscamente antes de la colisión.
Con su piar monosílabo, se posan en el grueso y trenzado cable del tendido eléctrico para acicalarse.
Después suben precipitadamente, de dos en dos, y unen sus picos en un efímero beso que aprovechan los padres para alimentar a sus crías.
Lugar: Estepona
Fecha: Julio 2012
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